Lilith


I

En ese momento me habría sido imposible decirte todo esto porque nada conocía, pero ahora que todo lo sé te lo puedo explicar con todo detalle.

Recuerdo bien lo primero que vi cuando la línea blanca se expandió. Eran las manos de papá con su aroma a menta y albahaca, como una infusión medicinal. Sentí mucho dolor cuando intenté incorporarme, era como si hubiera estado petrificada por siglos y de repente se me concediera el don del movimiento, creo que así lo deben experimentar los bebés cuando de exabrupto son expulsados a este mundo. Papá me sonrío, aunque ya no recuerdo bien su rostro, y me dijo “Hija, bienvenida a tu hogar”. Fue el momento más feliz de mi vida, de hecho fue el único momento de felicidad que recuerdo, lo demás fue desconcierto, sorpresa, miedo, curiosidad y odio. Como pude me sujeté a una columna áspera y gruesa y me puse en pie, tal vez respiré demasiado profundo porque al levantar la cabeza sentí que colapsaría. Papá había desaparecido pero lo que vi fue maravilloso.

Una línea horizontal infinita surcaba mi vista, era azul y blanca en la parte superior y multicolor en la parte inferior. En ambos lados había cosas extrañas que se movían y emitían sonidos incompresibles y aterradores. Por un momento me paralicé ante toda aquella novedad, pero reaccioné cuando creí que había vuelto a ser roca.

No muy lejos, entre la línea divisoria, advertí a otro ser como yo quien me miró quizá con la misma duda que yo a él. Se acercó con lentitud y me inspeccionó minuciosamente, yo hice lo mismo hasta que hizo un movimiento tan extraño que pude sentir su presencia y me obligó a emanar un sonido tan aterrador como el de las otras cosas articuladas que había visto unos segundos antes. Mi única reacción fue alejarme, pero como apenas aprendía a dominar mis movimientos me desplomé con tanta fuerza que volví a la oscuridad.

De nuevo la línea blanca se expandió para revelarme más maravillas. El otro ser estaba ahí, clavándome su mirada a una distancia no mayor que la longitud de mi propia nariz. Me espanté y como pude repté aparatosamente hacia atrás buscando protección. “No temas, me dijo. Mi nombre es Adán”. Sin saber que podía le contesté “Yo soy Lilith”. Aquel primer contacto fue devastador porque de inmediato me percaté de lo diferente que éramos “eso” y “esto”. Sus sonidos eran distintos, sus colores también y sus longitudes y elongaciones no concordaban con las mías. Papá no aparecía por ninguna parte para hacerle preguntas.

Un día vi a papá en la distancia, cargaba una enorme cantidad de líquido en sus manos, tanto que se le escapaba entre los dedos y caía por debajo de la línea surcando el lienzo poli cromático. Intenté correr y hablarle, pero como antes desapareció. Con los días sentí que se me revelaban más cosas a mí que a “eso” y decidí empezar a diferenciar las cosas a las que ya me había acostumbrado para no tener que explicarle demasiado a Adán cuando me preguntara sobre algo. A las columnas ásperas y gruesas las nombré árboles, la línea blanca y reveladora que se expande eran mis ojos al abrirse, la línea infinita es ahora el horizonte y a la parte azul y blanca la llamé cielo y la parte multicolor la llamé tierra, a las cosas raras y multi sonoras les di el nombre de animales pero nunca pude diferenciarlos porque eran muchos, el líquido que papá cargaba no era más que agua para crear los océanos y las gotas que se le derramaban caían a la tierra formando numerosos ríos y así fui aprendiendo más.

Mar-k

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